¿Acaso el mundo no es sino la sombra de una nube que, no bien el hambriento de sombra la anhela, se disuelve…? (Ibn al-Mu'tazz)



jueves, 29 de diciembre de 2011

Ghazal de las cenizas



El sol caminaba hacia el cénit del día.
En mi paseo di con un solar donde unos albañiles
apuntalaban un edificio maltrecho.

Aquí se acumularon muchos libros, me dijeron.
Pero un descuido prendió sus anaqueles
y el fuego abatió también las huellas del saber acumulado.

Reconozco que aquella novedad hirió mi alma.
¿Cómo se reconocerán los habitantes de la ciudad,
me pregunté, si de su herencia quedan ahora solo cenizas?

Cogí al azar uno de los textos demediados y maltrechos.
Las llamas había devorado el nombre de su autor
pero su obra era transparente y así escuché aquellas palabras:

Ese palmo de tierra bajo tus pies es tu propiedad.
Esa luz que te permite leer no rinde tus ojos a la ceguera.
Esa nube pasajera alivia tu camino.
Ese aire que sopla remueve tu cuerpo y con él tus pensamientos.
El agua de esa fuente limpia tus impurezas.
Y los ojos que se fijan en los tuyos toman algo de ti
y si tú los correspondes calmarán tu inquietud.
¿De qué te quejas si la vida se te entrega en toda su bondad?
Sé generoso con los elementos
pues ellos podrían prescindir de ti y seguirían siendo.
Pero tú los necesitas para ser tú mismo.

Sentí como verdad revelada aquellas palabras
y percibí que no hay otra verdad sino la que se comprueba,
aquella que la naturaleza concede y se debe aceptar.
Aquella que transforma nuestro saber
y con el saber se crecen nuestras vidas.  

Agradecí al infortunio el encuentro con aquellas cenizas
y acaricié las páginas salvadas como un amante acaricia
a la mujer que se instala en su goce.
 



8 comentarios:

  1. Cuanta belleza y cuanta verdad en esas palabras salvadas del holocausto. Ningun fuego podrá destruir la sabiduría contagiosa de la naturaleza, el conocimiento experimentado en el propio fruto de la experiencia.
    No hay otra verdad si no la que se comprueba aquella que la naturaleza comcede y de debe aceptar...

    realmente fructíferro.

    Un abrazo y buen año.

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  2. Sombreado, qué texto más hermoso y buen hallazgo, un pequeño puñal de verdad y de pertenencia al todo de la vida, un filo que resquebraja toda esa tiniebla que nosotros mismos emitimos para nublar nuestro paso.
    De nosotros depende ser nosotros mismos, pero tu lo has dicho mucho mejor.

    Un abrazo.

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  3. Genetticca, así es, o eso pretendía trasladar. Materia, materia siempre, de un extremo al otro de nuestros cuerpos, de los rincones de de los territorios, de unas especies a otras. Nuestra refinada materia no es demiúrgica, pero podemos construir con ella, antes de que sea demasiado tarde.

    Un abrazo, el año aún no ha terminado, y da igual, no tiene fin. Esto de los años es como el mar o, mejor dicho, los océanos. Todos se vinculan.

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  4. Gabriela, nuestras posibilidades son inmensas y, si bien limitadas también, nos brindan un don si somos conscientes de ellas.

    Gracias por estimular con tu comentario. Un abrazo.

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  5. Cuanta verda en un relato muy bien logrado, que el fuego no destruya las palabras. un abrazo

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  6. Por eso tan importante o más que los libros ha resultado la tradición oral de la narración. Si queman el soporte que no destruyan las vidas, que son el verdadero sentido de las palabras.

    Buen año, Lapis.

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  7. Me gusta el papel como soporte. Su textura, su olor .. Pero , en verdad , lo importante es que aunque los libros puedan morir... Las historias no lo hagan.
    Que sus líneas y sobre todo enseñanzas pasean de página a alma(s) y estas custodien la esencia tantas veces hecha palabras.

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    1. Las historias nunca mueren porque lo que les motiva permanece. Las viejas aspiraciones y discordias universales, el amor, la paz, la guerra, los odios, las amistades, los enredos, el esfuerzo, las realizaciones...todo es tan viejo, todo se ha expresado y de tantas maneras en la historia universal de lo literario y aún están ahí, pidiéndonos que sigamos reflexionando sobre ellas y contándolo.

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