Al atravesar el mercado de las esencias
me atrajo el tañido de un laúd cuya cadencia triste
era acompañada por el canto de un ciego joven que me conmovió.
No demos lugar al infortunio, gacela,
decía la enigmática letra,
pues mientras fluyan las aguas ocultas
será posible mantener la fertilidad de nuestros sentimientos.
Ninguno de los dos hemos nacido
para ser engullidos por las tierras áridas
ni para acabar como siervos de la monotonía.
Convirtámonos en zahoríes sin desaliento
hasta que la frágil vara de avellano acierte con el pozo de la vida.
Escarbemos entonces allí y saciemos con placer nuestras carencias.
¿Te la enseñó tu abuelo o la cantabais en la madrasa?,
le pregunté mientras contemplaba sus ojos velados
que ignoraban las luces y borraban el paisaje.
Fue un desamor el que hizo crecer esta súplica
desde el fondo de mi corazón, me replicó con melancolía.
La canción no nace de lo que se posee ni de la cercanía de la belleza.
Sino que siempre es huérfana de la ausencia e hija maldita de la soledad.
¿Cómo llevarle la contraria a aquel que veía la vida con mayor claridad
que los que la perseguimos con ansia e insatisfacción?
*Fotografía de Angèle Etoundi Essamba
Es cierto, la canción, la palabra, nace de las ausencias, de las soledades, de las melancolías...
ResponderEliminarSaludos, amigo
Qué sería de la literatura sin el desamor...
ResponderEliminarSiempre me dejas tocada por una cosa u otra cuando te leo, esta sombra de la nube es muy especial, siempre he sentido una atracción fatal por África y sobre todo por el desierto, me marcó la primera vez que fui, nunca había sentido nada similar a la sensación de escuchar los latidos de mi corazón, en medio de la inmensidad. Al igual que a París, siempre vuelvo. Todo en este blog, me lleva a Zagora, o me lleva allí.
Besos
La profunda mirada interna del ciego abarcando los sonidos, las brisas, los olores que envuelven la vida.
ResponderEliminarBesitos.
una genialidad,
ResponderEliminarpoesía, relato, personajes, sentimientos,
saludos
Lo meticuloso de la quietud, del discurrir cadencioso del que se interpone sin ofrecer resistencia. Es una canción que también llega a mis oídos sin dejarme indiferente. Notas ciegas de colores claros.
ResponderEliminarAbrazos.
Siempre hay sabiduría en las palabras que nos dejas. Hay búsquedas y encuentros, preguntas y respuestas.
ResponderEliminarNo es el que tiene siempre los ojos mas claros el que ve.
"Borraban el paisaje" me ha sugerido mucho y me encanta.
Sí, borran el paisaje, pero el verdadero paisaje es el que se encuentra dentro, el que tiene los ojos del la vida.
Tus palabras siempre inspiran.
un abrazo.
María, así lo ve, al menos, el cantor, que coincide contigo.
ResponderEliminarGracia.
Es decir, calmA, que de alguna manera te lleva al desierto. Porque ese lugar de Zagora debe confundirse ya con las dunas de Sahara, ¿no? Cierto. Cuando una ciudad, un punto, ha causado un impacto una vez en la vida de uno parece que se convierte en un retorno o bien recurrente o bien soñado.
ResponderEliminarMe alegro te guste esta Sombra. Un abrazo.
Ya sabes, Natàlia, que, además, los ciegos suplen sus carencias con la potenciación de otros dones sensoriales. Y ahí pocos les ganan.
ResponderEliminarOmar. Ay de las ciudades del desierto de los hombres...Más que geografía física son geografías humanas.
ResponderEliminarccRider. Las canciones que se transmiten oralmente son las más sabias. Pueden ser antiquísimas, pero ¿cómo negarnos a reconocer que siguen en vigor y nos hacen mella?
ResponderEliminarSalam.
Mariola, ese paisaje interior debería ser el más deseado y recreado por un ser humano. En él se encuentran todos los demás. Todos los demás se explican y se otorgan valor si el interior nos satisface.
ResponderEliminarMe halaga tu opinión, disfruta de la ruta. Salam también.
El dolor y el desamor son dolencias que incuban realidades. Los ojos solo ven la abstracción, la realidad y la agudeza solo las capta el alma.
ResponderEliminarMuy visual tu entrada de hoy, da para deslumbrarse.
un abrazo
Genetticca. Lo describes tan bien que poco puedo añadir. Hay que confiar en los ojos interiores. En los que nos crecen en base a la recapacitación, la memoria y el deseo fecundado y nunca proscrito.
ResponderEliminarGracias por esa visualidad que percibes, me alegra mucho. Un abrazo.
Si Jean, son las primeras dunas del Sahara y Zagora es la puerta del desierto y la última "gran ciudad" antes de adentrarte en él.
ResponderEliminarLa verdad es que consigues siempre imbuir un aire tan exótico, ahora diría que casi siento la brisa de las dunas con sus diminutos granos de arena incluidos.
ResponderEliminarcalmA, gracias. Supongo que por su posición geográfica y apartada será una ciudad muy diferente, como menos moderna, ¿quizás? Tengo que indagar por la Red sobre su rol en esa zona. Nueve millones y pico de quilómetros cuadrados de Sahara debe ser casi casi un misterio.
ResponderEliminarSonja, ay, cuidado que la arena es fatídica, como puede serlo muchos de los elementos que se cuentan en la Sombradelanube. Pero la arena, conducida por el viento, finísimo polvo, es peligrosísima. Conocí hace muchos años a un arqueólogo de Bagdad que tenía la nariz desfigurada por causa de las condiciones de trabajo y de vida en el desierto.
ResponderEliminarEn vano escarbé en el pozo de mi memoria: allí estaban mis ojos, secándose del agua que huía.
ResponderEliminarQué frase tan hermosa, Olga, como lacerante; si es de algún libro tuyo me gustaría saber de cuál. Tiene un eco del Libro de Job, pero es demasiado apacible para ser de Job.
ResponderEliminarDe nada.
ResponderEliminarSí, es muy diferente a una ciudad, nada que ver, es un lugar con poca vida, como muchos lugares de Marruecos fundados por la legión francesa de ocupación, como ciudad administrativa de la zona, con su pequeño zoco y algún bar donde sólo encuentras hombres en grupo. En su avenida principal hay como un anuncio o pancarta que pone TUMBUCTU 52 DIAS.
CalmA, y a mí que me suena todo eso a películas del siglo pasado que nos ponían en el colegio. Ya ves, hoy me vengo imaginándolo a mi modo y manera que decía la otra.
ResponderEliminarEn la soledad, el desamor y la tristeza, nacen las mejores inspiraciones, las más profundas. Saludos.
ResponderEliminarCampanilla, a veces sí, solo a veces. No siempre emergen.Gracia por pasarte.
ResponderEliminarBienvenida.
Esta noche me quedé atrapada en tu poema, cancion o ese viaje al inyerior intentando encontrar la luz, me parece precioso
ResponderEliminarUn abrazo
Stella
Stella, y yo agradezco que lo compartas, eres bondadosa con mis letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Musicalidad, emoción, sitúas al lector hasta embriagarlo... Felicidades.
ResponderEliminarJulie, ¿algo así como los derviches giróvagos? Uf...Gracias.
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