Quisiste tentar el tacto de las letras
porque decías: ¿cómo hacer duradero el perfil de una planta
o sujetar el dibujo de una nube
o conseguir que la raya del mar no se pierda
en una simple curvatura del ojo?
Si escribo, vivo, me dijiste
dando a entender que todo es porque tú existes.
Yo me reí. Pero lo que me pareció ingenuidad u orgullo
se confirmó entre tus manos:
en cada palabra escrita por ti había mundo
y el mundo que nos rodeaba, a ti y a mí,
no era el mismo sin aquella lenta pero precisa arquitectura
que nombraba nuestros rincones habitados
e imaginaba los más inconcebibles
antes de que nuestra presencia
se consumiera bajo una lengua de fuego.
* Fotografía de Tomatsu Shomei