La primera vez que me llevaste al hamman fue la extrañeza.
La cúpula de estrellas cegaba mis ojos.
Las sonrisas de los otros niños herían mi desnudez.
Descubrir es desconcertarse. Mi cuerpo fue más ausente
pero las miradas sencillas recrearon su presencia.
La primera vez que vertiste el agua sobre mi cabeza
lloré de perplejidad y de vergüenza.
Toda iniciación es también turbación
pues nadie nace hecho a lo inesperado
ni conoce el valor de las sensaciones.
Al diluirse el vapor aparecieron las moradoras envueltas
en edades y en cabellos y en pieles desplegadas al pudor
de la complicidad y de la observancia natural.
Me las presentaste una a una y al orgullo de ser madre
siguió la condescendencia de la acogida clamorosa.
Mundo de mil rostros de la mujer
donde los niños éramos vuestra prolongación.
Allí nos confirmasteis en la pureza de la ternura
antes que la sangre se desplegara por nuestras vísceras.
* Imagen fotográfica de Shirin Neshat
Hermoso rito iniciático de aceptación, de amor, y de pureza, por el resto de la sociedad, reflejado en el resto de mujeres que dan la bienvenida a la niña.
ResponderEliminarEs una delicia el hamam. A mí me vuelve loca cada vez que voy...
ResponderEliminarsalgo nueva, limpia.
Besos.
Precioso ritual de limpieza y relajación.
ResponderEliminarDescubrir una iniciación de la mano de la madre, de esas moradoras "envueltas en edades y en cabellos y en pieles ..."
La primavera vez, la extrañeza, luego la afirmación de un mundo nuevo por descubrir.
un abrazo.
Carlos, en todo ha iniciación. El ritual sirve para recordarlo y ordenarlo (entiende este concepto de la manera que te parezca)
ResponderEliminarZarza. Yo me traslado cuando estoy en él. Luego, uno siente lo que siente en la piel o en la mente.
ResponderEliminarBesos
Mariola, así es. Asís acontece, y cada sociedad tiene sus rituales de iniciación y sus creencias de prolongación de la tribu.
ResponderEliminarGracias mil por apreciarlo.
Prefiero la mano de la madre en el rito iniciático -sea cual fuere la cultura- y no la de un sacerdote, militar o anciano. La madre es garantía de perpetuidad espiritual y aquél acto se convierte en el universo mismo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Julio Díaz, me adhiero a tu preferencia-manifiesto. Hay algo de Naturaleza en el gesto.
ResponderEliminarAbrazo.