Adoráis el símbolo entregadamente
y tras él os persigue el concepto de la divinidad
que subyace entre vuestros vestidos y vosotras,
entre la apariencia y el ser, entre el ofrecimiento y la espera.
No habría imagen de lo que os vincula a la tierra
si las palabras no se fraguaran en el pensamiento,
si no salieran de las bocas,
si no se trazaran con las manos
ni se hornearan con las intenciones.
Adoráis el esfuerzo y en él la constancia
cuyo don es la supervivencia.
Iréis más allá, sin límite, si os proponéis que el símbolo
no se imponga a vuestra razón.
Postrad las resignaciones, aplazad la docilidad
y extended vuestras rebeldías,
pues ningún texto es más sagrado que el murmullo
de vuestra sangre, el rumor
que emerge de vuestras entrañas,
el reclamo de que sois hijas poderosas del planeta.
Dibujé con mi mirada
ResponderEliminarun mundo en el que todo era jardín,
un mundo de belleza
con miradas cálidas
con manos enlazadas
con abrazos que se unen
donde el planeta era paz
era vida y era luz.
Besos.
Donde hay dibujo hay modelo. O bien suficiente imaginación para levantar la ciudad interior.
ResponderEliminarGracias por tu hermoso poema, Carla.